LORENA
- Aceituna Negra
- 7 sept 2020
- 4 Min. de lectura
“Auxilio, policía! “ ....
“Auxilio! que alguien me ayude”...
desperté, apenas abrí lo ojos, pero no entendía bien qué pasaba. No había un sólo sonido y un grito con llanto se rebotó en la calle “por favor! Que alguien me ayude!”
Sentí como si una placa de cemento se cayera encima de mí y que abajo estuvieran mil hormigas caminando. Mi cuerpo estaba totalmente entumecido. “Auxilio! por favor !” Una y otra vez. Seguía paralizada. No sabía si marcar a la policía, no sabía si podría yo meterme, si tendría que salir corriendo para abrirle la puerta, no entendía de dónde venían los gritos o qué era lo que estaba pasando, la estarían persiguiendo? yo seguía inmóvil, tenía la sensación como si hubiera un monstruo en mi habitación y no pudiera encontrarme si yo me quedara quieta.
Los gritos pararon. Mi corazón latía súper fuerte, esperaba que fuera porque que ella estuviera en un lugar tranquilo, a salvo, que fuera esa razón por el cual los gritos pararon.
No podía regresar a dormir, estaba muy asustada todavía, sentía pánico, no podía creer que no me hubiera movido en lo absoluto y tampoco podía creer que estuviera pasando eso afuera ...
“Por favor, no! Ayuda!! Alguien por favor, a la policía “
Él -mi pareja- sí se despertó, en un segundo estaba fuera de la cama marcando al 911 para mandar a la policía, no sé preguntó nada más, él ya estaba ocupándose. Al verlo arriba marcando, me quitó el cemento que tenía encima, mi cuerpo reaccionó y ya pude ir a la ventana con él “qué le digo a la policía?”. Me volteó a ver “pues diles que estamos entre tal y tal calle” los dos veíamos la ventana pero no identificamos en dónde estaba la mujer que gritada, lo único que sabíamos era que ya no tenía el teléfono porque alguien se lo había estrellado y ella imploró que no se lo quitaran “está dentro de una casa” le dije.
Yo seguía muy asustada sin saber qué hacer y en el 911 las líneas estaban ocupadas, no había respuesta de la policía, “no podemos salir nosotros”, le dije. En eso vimos que una señora con una batita rosa y pantuflas salía de su casa con el celular en la oreja “Lorena! ¿Qué te pasa?!”, Gritaba. Se quedó afuera de la casa de los gritos que por fin supimos cuál era. Y parecía que la policía sí le contestó porque se escuchaba que estaba dando indicaciones de la dirección.
Él decidió acostarse nuevamente, ya eran las 3AM para ese entonces, y ya le dio paz que había alguien conocido para ayudar a Lorena, yo no podía, no servía de nada que estuviera parada en la ventana viendo, pero era mi manera de sentir que no estaba dejando a las dos mujeres afuera solas y que aunque no sabía qué hacer; a ninguna de las dos le deseaba mal, deseaba acompañarlas.
Los gritos pararon, pero la señora del teléfono no pasaba a la casa, solo seguía en frente y comenzó a gritar nuevamente “Lorena, ¿qué te pasa? ¿Estás bien?” Nadie contestaba, se quedó unos momento más afuera de la casa que seguía en silencio, después entró a su casa, yo me senté en mi cama ya sin mirar la ventana pensando si a Lorena la habían matado, sentía un vacío terrible en el estómago y por un momento me dije mí misma que estaba exagerando pero la verdad es que ya nunca sabes sobre la violencia familiar.
5 minutos después llegó una camioneta blanca -me acerqué nuevamente a la ventana- se bajaron 2 personas y de la casa vecina salió la mujer de bata. Las dos personas, que parecían hombres, se metieron a la casa de Lorena y la mujer se quedó atrás de ellos, en el mismo lugar en donde parecía; marcó a la policía. Dos minutos después salieron con un hombre, los dos lo rodeaban como sus guaruras. Los 3 se metieron a la camioneta blanca, el piloto se despidió de la mujer de bata; que en ese momento estaba ya encaminada a su casa nuevamente. Se fueron.
“¿Qué pasó?” Me dijo él cuando escuchó silencio y yo seguía parada en la ventana “Nada.... se lo llevaron nada más” ... “qué bueno, no?” Volví a acostarme, tiesa, me sentía mal cómo de resaca y con el estómago revuelto.
He sido víctima de varios acosos de varios niveles y la verdad considero que en los más graves he sabido manejarlos, sin embargo cada vez es más el pánico que siento hacia esas situaciones y me sentía culpable también porque no pude hacer nada para ayudar, aunque sí soy de las personas que se informan e intentan cambiar varias actitudes de sí mismas y su alrededor, que se informan y responden, pero en ese momento, no supe qué hacer, no sabes qué hacer para reaccionar.
En eso, llegó por fin la patrulla, tocaron en la casa de la señora de la bota rosa, volví a pararme en la ventana. Primero tardó mucho en abrir y comenzaron a sonar las sirenas, la señora seguía sin abrir y yo empecé a preguntarme qué pasaba sí no les abría ... ¿podrían entrar al domicilio? Finalmente, la señora salió ... y lo que les dijo me dio mucha tristeza ... se disculpó de que su hermana se había pasado de copas y “ya saben cómo se ponen” informó que a el sujeto ya se lo habían llevado y que su hermana “ya estaba descansando” ... los policías se despidieron preguntando nuevamente si todo estaba en orden y la señora volvió a decir que sí.
Me retiré de la ventana, con mucho miedo de los alaridos que estaba haciendo Lorena y pensando que era ella la que se había pasado de copas... me senté en mi cama y me dolía el estómago por la agrura que me causó el mal trago de pensar que ella era la que se vio culpable, en lo que a mí me pareció que la estaban agrediendo “porque se pasó de copas”.
La víctima siempre tiene la culpa y el agresor siempre es atraído por las circunstancias... me parece lo más terrible... Nadie merece estar gritando cómo Lorena... nadie merece tener miedo a no saber qué hacer porque puede que le quiten la vida o lo agredan por meterse... Nadie merece que la policía no tenga suficientes líneas para la cantidad de violencia que se vive día con día... y nadie merece que se termine su noche sola de esa manera porque “se pasaron las copas“
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